FIN DE SEMANA DE CARA Y CRUZ

Pues sí, ha sido un fin de semana de cara y cruz. La cara para Barack Obama que ha logrado sacar a flote un sistema de protección sanitaria que pone un poco de orden en un modelo de asistencias sanitaria sangrante para los usuarios de pólizas de seguros sanitarios privados. Para alcanzar algunas limitaciones en las prerrogativas de las compañías, protección de los derechos de los usuarios y probablemente un control en las subidas de las primas, Obama ha tenido que hacer importantes concesiones. El sistema que se formaliza no es universal, pues quedan fuera los emigrantes en situación irregular, en España esta situación se superó, es decir es universal desde 1984.

El carácter público está en la capacidad para subsidiar a quienes no puedan hacer frente al pago de las primas de las pólizas por “quiebra familiar”, algo así como un procedimiento concursal, pero en lugar de una empresa, se hace para una familia con problemas económicos. No es la propuesta inicial, pero si es importante el paso dado y puede que en un futuro no muy lejano se amplíen las coberturas y se profundice en lo social de este proyecto.

La cruz del fin de semana la carga el presidente Nicolás Sarkozy que en las elecciones regionales, en su segunda vuelta, los resultados demuestran el castigo al que han sido sometidos los conservadores. Es cierto que las elecciones no son unas presidenciales pero si son un toque de atención significativo a la derecha francesa que ha sufrido, entre otras cosas, el desgaste de la crisis, pero también y de forma significativa el populismo presidencial más atento a la pose para la foto que la efectividad de sus actos.

La izquierda y los ecologistas confirman y aumentan los resultados de la primera vuelta y aprovechan el desencanto de la ciudanía que se manifiesta por la abstención, significativa, y el voto de castigo. La pena es que en el éxito pesan más los desaciertos ajenos que los méritos propios, porque llegan a estas elecciones en la nadería intelectual e ideológica, así mejor es dedicar el rédito de este éxito en presentar un mensaje ilusiónate de cara al futuro, pero no sólo ilusionante sino que también debe ser realista y en defensa de los intereses de la ciudadanía que ya está harta de mensajes de sacrificio, y de los que le alientan a seguir soportando estoicamente los desmanes de quienes han llevado a Francia a la situación de crisis en la que está.

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