Posts Tagged ‘Biografía’

MORTALIDAD: CRISTOPHER HITCHENS

10 enero, 2013

mortalidad hitchensDefinición de «oración» que da Ambrose Bierce en su Diccionario del diablo. Dice así, y es extremadamente fácil de entender:
ORACIÓN: una solicitud de que las leyes de la naturaleza se suspendan en beneficio del solicitante, que confiesa no merecerlo (Tomado de Mortalidad C. Hitchens, pág. 30

MORTALIDAD. CHRISTOPHER HITCHENS

9 enero, 2013

«Voltaire: cuando en su lecho de muerte le importunaban y le pedían que renunciara al diablo, murmuró que no era el momento de hacer más enemigos» (Tomado de Mortalidad de C. Hitchens) Debate, 2012mortalidad hitchens

LECTURAS: EL HOMBRE VIGILADO. VESKO BRANEV

25 febrero, 2011

Llevo una temporada enfrascado en esto de los estados totalitarios y algunas de sus consecuencias sociales. En el tiempo casi han coincidido el visionado y comentario de películas como 4 meses, tres semanas y dos días,  La vida de los otros, la guerra civil, la posguerra en España y por último el golpe de Tejero. Todo esto vino después de la lectura, por casualidad de una biografía: El hombre vigilado de Vesko Branev [1932]; Galaxia Gutenberg, 2009. En sus páginas no hallarás la épica del sufrimiento físico, ni un repaso de las atrocidades de un sistema totalitario en los campos de internamiento. Es otra cosa, es la vida cotidiana de un ciudadano no afecto al régimen y que soporta el peso de esa malla entretejida por el poder, anudada por las delaciones, el miedo y las filias al poder para alcanzar sus míseras prebendas. En esta red se favorece la vida de individuos con dos sombras, una que acompaña al militante comunista por oportunismo/necesidad y otra, atribulada, que sufre el rigor del partido único.

 

Vesko Branev, búlgaro de nacimiento acusado de intentar huir a occidente desde la República Democrática Alemana [RDA], es repatriado su país y allí busca ganarse la vida como escritor, periodista y cineasta, pero permanentemente vigilado hasta extremos de auténtica paranoia. El afán por controlar a los ciudadanos hasta límites inverosímiles convierte su relato en  una suma de situaciones en la que la vida casi parece carente de sentido. Desconfías de todo y de todos los que te rodean. Son potenciales ojos del régimen que necesitan de una delación para afianzar su posición en quienes manejan los hilos de esta trama de desconfianza y recelos. Les dejo con algunos párrafos. Espero que sean de su interés.

 

 

 

 

Una de las pruebas a las que estábamos sometidos en tiempos de régimen comunista totalitario era saber medir qué parte de nosotros debíamos salvaguardar a toda costa, y cuál había que sacrificar para seguir viviendo, o al menos sobreviviendo. ¿Cuáles eran los valores y las prohibiciones sin las que podíamos seguir viviendo? Algunos superaban esta prueba sin sufrir, mientras que para otros era una auténtica tortura.

Lo que yo más temía era sufrir una regresión y volver al estado primario que diagnosticaba en no pocas personas a mí alrededor. Una amiga vino un día verme muy contenta para decirme que había asistido a una comida privada en casa del secretario general del partido único y su mujer. Aunque yo no le había pedido nada, ella había hablado un momento con la primera dama sobre mis problemas de alojamiento, y mi amiga me dijo resplandeciente de orgullo: “la tía Mara me ha dicho que metas tu nombre y tu dirección en un sobre y lo entregues al miliciano que vigila su casa en Oborichte”. Era evidente que se alegraba de poder ayudarme. Le di las gracias, pero nunca di ese paso. No porque me negara a beneficiarme de un favor injusto respecto de otras personas con problemas de alojamiento, sino porque el precio a apagar era muy elevado. En efecto, habría de entregar mi libertad de opinión a cambio del reconocimiento de benefactores a los que despreciaba casi abiertamente, y eso era lo que no podía sacrificar. Mi pequeña independencia –que en realidad quizá sólo fuera irresponsabilidad- era tan importante para mí que por nada del mundo la habría cambiado por un piso de tres habitaciones. A las personas que actuaban como yo las trataban de idiotas, pero si había que elegir entre el grupo socialmente impedidos y el de los moralmente amputados, preferiría formar parte del primero. [ob. cit. págs. 337-338]

 

LA VIDA DE LOS OTROS

CUATRO MESES  TRES SEMANAS Y DOS DÍAS

 

LECTURAS: JUVENTUD [MEMORIAS]. J M COETZEE

19 julio, 2010

He vuelto a releer esta parte de la biografía de J.M. Coetzee, Juventud, publicada por Mondadori en 2002. Con esta relectura he puesto al día su visión particular a su condición de sudafricano blanco, su inclinación por la literatura, la poesía principalmente, y la relación con sus padres. Huir de Sudáfrica fue su primera meta de peso, pero no marchar físicamente del continente africano, de los confines del Imperio Británico, sino despojarse de todo aquello que le significara como sudafricano.

No me cansaré de recomendar la lectura de sus obras, novelas y ensayos, así que les dejo con algunos párrafos de Juventud. Espero que les resulten interesantes.

“El cuento transcurre en Sudáfrica. Le inquieta ver que sigue escribiendo sobre Sudáfrica. Preferiría dejar atrás su yo sudafricano como ha dejado Sudáfrica. Sudáfrica fue un mal comienzo, una desventaja. Una familia rural anodina, una mala educación, el idioma afrikaans: ha escapado más o menos, de cada una de estas desventajas. Está en el gran mundo ganándose la vida y no le va mal, o al menos no ha fracasado, no estrepitosamente. No necesita que le recuerden a Sudáfrica. Si mañana se levantara un maremoto desde el Atlántico y barriera el extremo sur del continente africano, no derramaría ni una sola lágrima. Él se contaría entre los supervivientes.

Aunque ha escrito un cuento menor (de so no hay duda), no es malo. No obstante, no le ve sentido a intentar publicarlo. Los ingleses no lo entenderían. En la playa de la historia verían la idea inglesa de una playa, unos pocos guijarros bañados por las olas. No verían un espacio deslumbrante de arena al pie de las colinas rocosas golpeadas por grandes olas, con gaviotas y cormoranes chillando en lo alto mientras luchan contra el viento” [ob. cit. págs. 66-67]