Posts Tagged ‘Novela Histórica’

LECTURAS: HHhH. LAURENT BINET

3 septiembre, 2012

Imagen          HHhH [Himmlers Hirn heisst Heydrich, “el cerebro de Hitler se llama Heydrich”] es el acrónimo con el que Laurent Binet [Francia, 1972] titula su novela [Seix Barral, 2011] en la que recrea el atentado, preparación y ejecución, que sufre Heydrich en Praga en 1941. “El carnicero de Praga” o “La bestia rubia” son algunos de los apelativos con los que se conocía a este personaje, mano derecha de Hitler y encarnación de la perversidad en estado puro, de ahí la fascinación de este persona, excepcional donde los haya y que despierta entre investigadores y escritores un marcado interés.

Binet logra reconstruir paso a paso los acontecimientos que llevan Josef Gabick y Jan Kubis, checo y eslovaco respectivamente, a atentar contra la vida de Heydrich en diciembre de 1941. Es el gobierno checo en el exilio, junto con la ayuda de Inglaterra quienes buscan un golpe de efecto al tiempo que pretenden “visualizar” el poder de la resistencia y el gobierno en el exilio. La reconstrucción, fiel a los hechos, cuenta con el interés añadido de una narración ágil y dotada de la dosis de intriga necesaria para que el lector desee pasar la página y continuar con el relato.

Pero no solo es el relato de los acontecimientos, sino que Binet suma al mismo el proceso de creación, es decir, cuenta cómo nace su interés por el personaje, como indaga en distintas fuentes de consulta y como llega al producto final. Algunos críticos ven es esta estructura narrativa una alternativa a la novela histórica. Realmente creo que esa no es su aspiración, sino más bien dar a conocer su forma de trabajar y lo complicado del mismo por lo estricto y minucioso en el tratamiento de las fuentes y los datos recogidos. En medio de esta narración de ese proceso creativo no deja de ser crítico con algunos autores que también hacen novela histórica. Es el contrapunto a su modelo de trabajar, así que porque lo considero interesante y da una medida de lo meticuloso que es Binet con las fuentes y la constatación de los datos les dejo con algunos párrafos en los que hace referencia a la Jonathan Litell y su obra “Las Benévolas”.

“Me pregunto cómo sabe Jonathan Litell que Blobel, el responsable alcohólico del SonderfKommando 4ª del Einsatzgruppe C, en Ucrania, tenía un Opel. Si Blobel circulaba verdaderamente con un Opel, me inclino a sus pies. Confieso que su documentación es superior a la mía. Pero si es un bluf, eso debilita la obra. ¡Por completo! Es cierto que los nazis se proveían masivamente en la casa Opel, lo que hace totalmente verosímil que Blobel hubiera poseído, o dispuesto de esa marca. Pero verosímil no es lo mismo que probado. Menuda tontería, ¿verdad? Las personas a las que les cuento estas cosas me toman por un maniático. No ven cuál es el problema.

 

            […] Evidentemente habrán sospechado que la aparición del libro de Jonathan Litell, y su éxito, me han perturbado un poco. Aunque siempre puedo tranquilizarme diciéndome que no tenemos el mismo proyecto, estoy obligado a reconocer que nuestros temas son bastantes cercanos. Estoy leyéndolo y en cada página me dan ganas de hacer comentarios. Tengo que reprimir las ganas. Mencionaré tan solo que hay un retrato de Heydrich al principio del libro. Sólo citaré una frase: “Sus manos parecían demasiado largas, como algas nerviosas sujetas a sus brazos”, ya que, no sé por qué razón, me gusta esa imagen.” [ob. cit, págs.. 273-274]

LECTURAS: EN EL JARDÍN DE LAS BESTIAS. ERIK LARSON

19 junio, 2012

ImagenSin tener una explicación clara hay determinados momentos de la Historia que para mi tienen más interés, y repito sin saber a ciencia cierta la razones que sostienen ese interés. De todas maneras los años treinta en Europa tienen el atractivo que ser, por segunda vez, una quiebra de aquellas ideas de la Ilustración y la que Europa con mayúscula parió, bien con su origen holandés, como se apunta en los trabajos sobre Spinoza, o en Francia. Es lo de menos en este momento, pero si es cierto que el auge de los estados totalitarios y cómo se fraguó su contenido es para mí un tema apasionante.

El análisis de este periodo, como cualquier otro, requiere una óptica poliédrica y paciencia y reflexión para el encaje de los distintos puntos de vista. Julián Casanova, Europa contra Europa, 1914-1945; Saul Friedländer, El Tercer Reich, (1933-1939); o Victor Klemperer, Quiero dar testimonio hasta el final, 1933-1941; por citar algunas de las cosas que últimamente he leído y que tengo más a mano. La ficción también ha dejado novelas interesantes y ateniéndose a los hechos ocurridos se cuentan historias que son muy, muy interesantes.

Una muestra de ese acercamiento desde la novela a esta época es: En el jardín de las bestias, Erik Larson, Ariel, 2012. Larson nos coloca a los pocos meses de llegar Hitler al poder, y lo hace desde la perspectiva del embajador de los Estados Unidos William E. Doddy su familia, especialmente su hija, muchacha en edad de merecer (expresión viejuna) y con ganas de ampliar su círculo de relaciones en el más amplio sentido del término.

Supongo que ya se podrá imaginar por donde circulan las tramas que Larson desarrolla, todas ellas elaboradas, interesantes y que añaden diversos componentes muy propios de una novela de terror, amor, algo de novela negra, en fin un buen producto, que tiene la capacidad de atraer desde las primeras páginas. A mí me lo parece.

Creo que en conjunto esta obra tiene todos los ingredientes para mantener la atención de quien se acerque con interés a esta época y busque añadir otro punto de vista distinto al académico para el conocimiento de unos años que fueron significativos para torcer el rumbo de Europa y del mundo.

Les dejo con algunos párrafos por si les resultan sugerentes. El primero tiene que ver con los momentos iniciales de la llega da al poder de Hitler, todavía se podía escuchar, o hacer cosas como la que aquí se describe: “En el cabaret Katakombre, Werner Finck seguía metiéndose y haciendo bromas con el nuevo régimen, a pesar del riesgo de arresto. Durante una actuación, un miembro del público le llamó judío piojoso, a lo cual él respondió: -Yo no soy judío. Sólo parezco inteligente. El público se rió entusiasmado” [Ob. cit. pág. 56].

Otra mención al texto, que la he elegido para hacer notar lo de académico de esta novela. Larson hace referencia a Victor Kemplerer (filólogo): “Hasta el lenguaje usado por Hitler y los oficiales del partido estaba extrañamente invertido. El término ‘fanático’ se convirtió en algo positivo. De repente, tenía la connotación que el filólogo Vicotr Kemplerer, judío residente en Berlín, describía como ‘una mezcla feliz de valor y devoción ferviente’. Los periódicos controlados por los nazis informaban de una interminable sucesión de ‘votos fanáticos’ y ‘declaraciones fanáticas’ y ‘creencias fanáticas’, todo ello cosas buenas. Se describía a Göring como ‘un amante fanático de los animales’. Fanasticher Tierfreund.

            Ciertas palabras muy antiguas estaban adquiriendo un nuevo uso oscuramente robusto, como averiguó Klemperer. Übermensch: superhombre. Untermensch: subhumano, queriendo decir ‘judío’. También surgían palabras totalmente nuevas, entre ellas Strafexpedition: ‘expedición punitiva’, el término que aplicaban las tropas de asalto para sus incursiones en barrios judíos y comunistas”. [ob. cit. pág. 141]

LECTURAS: CUALQUIER OTRO DÍA. DENNIS LEHANE

25 septiembre, 2011

           Con cierta pena llegué a la página 728 de Cualquier otro día, Círculo de Lectores, 2011; del escritor Dennis Lehane. Pena porque Cualquier otro día es un retrato detallado de lo que sucede en Boston en un momento crucial de la historia, no solo de la ciudad de Boston, sino de la Humanidad casi. Los últimos estertores de la I Guerra Mundial, el momento previo de la Gran Depresión, el racismo o el temor a lo que estaba sucediendo en la Unión Soviética son componentes más que destacados para que la obra tenga un interés intrínseco y sea un reto para el autor abordar este entramado.

            Lehane con los personajes que dibuja, el policía reivindicativo, los negros Luther y Babe; el primero alguien de la calle, que se mueve en el sustrato más bajo y que da por bueno estar en Boston, llega huyendo, pero en esa ciudad se ahorcan pocos negros; Babe es un negro triunfador, no en el boxeo, más propio en este momento, pero sí en el beisbol. Este triángulo tiene otras conexiones que colocan al lector frente a un friso de personajes y situaciones en las que los intereses, los miedos, la reacción a la famosa epidemia de gripe, o a los bolcheviques, por ejemplo, y el ejercicio del poder con pocos controles y menos escrúpulos nos conducen, casi como espectadores de una proyección de la vida en la ciudad, perfectamente delineada y solo se echan en falta los aromas y pestilencias de la misma.

            Puede que las distintas tramas que se organizan den la impresión de un abigarramiento presuntuoso o un intento desmesurado de abarcar distintas historias, aunque es cierto que Lehane logra un equilibrio entre ellas y mantiene el interés del lector sobre todas. No quiero desentrañar su contenido, pero nuestro protagonista blanco, policía y en huelga da mucho juego a lo largo de la obra y su protagonismo nos conduce por momentos estelares en la lectura.

            Les dejo con algunos párrafos y espero que si deciden leer Cualquier otro día, les resulte interesante.

            Danny observó a Johnny Green acercarse y vio algo en su mirada que no le gustó, algo desconectado. Johnny Green miró al público, miró al ring, miró a Danny pero no vio nada. De hecho, lo miraba todo y a la vez miraba más allá de todo. Era una mirada que Danny ya había visto antes, particularmente en las caras de individuos borrachos como cubas o de víctimas de una violación.

            Steve se acercó por detrás y le cogió el codo.

            -Mills acaba de decirme que ésta es su tercera pelea en veinticuatro horas.

            -¿Cómo? ¿De quién?

            -¿De quién? De Green. Anoche tuvo una en el Crown de Somerville, esta mañana ha disputado otra en los apartaderos de Brighton, y ahora aquí lo tienes.

            -¿Cuántos asaltos?

            -Por lo que sabe Mills, anoche fueron trece como mínimo. Y perdió por KO.

            -¿Qué hace aquí, pues?

            -El alquiler –contestó Steve-. Dos hijos, una mujer encinta.

            -¿Por el puto alquiler?

            El público se había puesto en pie: las paredes temblaban, las vigas vibraban. Si el techo salía disparado hacia el cielo, Danny no se sorprendería. Johnny Green accedió al cuadrilátero sin bata. Se detuvo en su rincón y golpeó un guante contra otro, con la mirada fija en algo dentro de su cráneo.

            -Ni siquiera sabe donde está –observó Danny.

            -Sí, sí que lo sabe –contestó Steve-, y ya viene hacia el centro. [ob. cit. págs. 48-49]

OTRAS LECTURAS: LA LLAVE DE SARAH

2 julio, 2009

No entraba en mis planes de lectura inmediatos acercarme a La llave de Sarah, Suma de letras, 2007 de Tatiana de Rosnay. Sólo tenía de esta novela una vaga referencia, y de su autora no sabía nada, así que como ustedes comprenderán sólo se puede llegar o bien por una recomendación de quienes lo hacen habitualmente o por casualidad, que en esta caso la causa está en que es un regalo, sí, un regalo muy especial porque es un obsequio de unos alumnos de bachillerato que han hecho conmigo la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo. La elección del libro creo que está en función de los comentarios que se han hecho en clase y que han deducido que el tema tiene mucho interés para mí. Confieso que me emocioné cuando me lo dieron y leí la dedicatoria, que no sé si incluirla en esta entrada.

Tatiana de Rosnay construye esta novela histórica a partir de un hecho que ha causado verdadero sonrojo a Francia por lo que significó de colaboración con la Alemania nazi en el exterminio judío. En julio de 1946, el 16 de julio, la policía francesa procede al arresto  y encierro en el velódromo d’Hivier en París de 12 884 personas, todas judías, para un posterior traslado a Auschwitz. No fueron los únicos, sólo una parte, ya llegó a 75 000 el número de judíos deportados desde Francia, de los que algo menos de 2 500 lograron retornar. Las condiciones en las que fueron arrestados y encerrados son imaginables y hay una amplia bibliografía que describe todo el sufrimiento, el horror que se vivió en esos momentos.

El relato de Sarah en los momentos de la detención, era una niña, transcurre de forma paralela al de Julia, periodista, casada con uno de los descendientes de  la familia que ocupó la casa de la familia de Sarah después del desalojo. Hay un nexo que ya verán si leen el libro, creo que no debo adelantarlo. No descubro nada si les digo que Julia recibe el encargo de hacer un artículo en el aniversario del encierro de los judíos en el velódromo d’Hivier y a partir de ahí se desarrollan las dos historias. Los personajes son un poco previsibles, poco complicados algo que no le quita interés a la novela.

Les dejo con algunos párrafos de la novela y espero que les resulte interesante.

Tenía miedo. Recordó las conversaciones quedas que había escuchado últimamente, bien entrada la noche, cuando sus padres ya la creían dormida. Se acercaba con sigilo hasta la puerta de la sala de estar, y a través de una pequeña ranura escuchaba la voz nerviosa de su padre y observaba el gesto preocupado de su madre. Usaban su lengua materna; la chica la entendía, aunque no la hablaba con tanta fluidez como ellos. En susurros, su padre decía que les aguardaban tiempos difíciles, y que debían ser valientes y cautelosos. Pronunciaba palabras extrañas, desconocidas para ella: «campos», «redada, una gran redada», «arrestos al amanecer». La niña se preguntaba qué significaba todo aquello. Su padre había murmurado que sólo los hombres estaban en peligro, no las mujeres ni los niños, y que iba a esconderse en la bodega por las noches.

A la mañana siguiente su progenitor le había explicado que era mejor que él durmiera abajo durante una temporada, hasta que «la cosa estuviera segura». La chica se preguntó qué era exactamente esa «cosa», y a qué se refería con «segura». ¿Cuándo volvería a ser «segura» la cosa? También quería saber a qué se refería él con «campos » y «redada», pero le daba miedo reconocer que había espiado sus conversaciones, y que además lo había hecho varias veces, así que no se atrevió a preguntar.

—¡Abran! ¡Policía!

Se preguntó si habrían encontrado a su padre en la bodega. ¿Era por eso por lo que estaban allí? ¿Había venido la policía para llevárselo a esos lugares que había mencionado en aquellas conversaciones nocturnas en voz baja, a esos «campos» lejanos, fuera de la ciudad?

La chica corrió de puntillas hasta el final del pasillo y entró en la habitación de la madre, que se despertó en cuanto sintió su mano en el hombro.

—Es la policía, mamá —susurró la niña—. Están llamando a la puerta.

[…]

Los condujeron a un edificio grande y descolorido. En la fachada había algo escrito con letras enormes y negras, pero no lo entendió. Vio que la calle entera estaba llena de familias como la suya, que bajaban de otros buses mientras la policía les gritaba. Y seguía siendo la policía francesa»