Posts Tagged ‘torturas’

SIN TREGUA

7 abril, 2009

Massera y Vilela, asesinos

Massera y Vilela, asesinos

Sí, sin tregua hay que buscar allí donde estén a todos y cada uno de los responsables de violación de los derechos humanos y que estén acusados de delitos de lesa Humanidad. Massera es uno de ellos y no valen excusas de enfermedades, inventadas, edad y otras artimañas utilizadas para eludir la acción de la Justicia. Hay que sentarlos en el banquillo. Massera ya cayó.

La Justicia de Italia juzgará en ausencia al ex jefe de la Armada por la desaparición de cuatro personas

Los crímenes sin fronteras de Massera

El 30 de septiembre comenzará el juicio contra Emilio Eduardo Massera por la desaparición de Angela María Aieta, Giovanni Pegoraro, su hija Susana y su nieta nacida en cautiverio. En la Argentina siguen frenadas las causas en su contra.

Por Adriana Meyer

Italia avanzó ayer en el procesamiento del genocida Emilio Eduardo Massera y comenzará a enjuiciarlo «en rebeldía» el 30 de septiembre por el asesinato de tres ciudadanos ítalo-argentinos durante la dictadura. «Es un momento de gran satisfacción que parecía que nunca llegaría, que nunca íbamos a poder juzgar a Massera, pero gracias a la determinación de los jueces italianos ahora será posible llevar a los estrados este caso», dijo Giancarlo Maniga, abogado de los familiares de las víctimas sobre la decisión de un tribunal de Roma que vio indicios de una «corresponsabilidad más que fundada» de Massera en los homicidios de Angela María Aieta, madre del dirigente de la JP Dante Gullo, secuestrada el 5 de agosto de 1976; así como de Giovanni Pegoraro y su hija, Susana, ambos secuestrados el 18 de junio de 1977, y de su nieta nacida en cautiverio. Mientras tanto, la Justicia argentina revisa la determinación de que el anciano ex almirante es inimputable, algo que frena los procesos locales en los que está acusado. [seguir leyendo]

16 marzo, 2009

kolima-2Después de leer el primer volumen de relatos de Varlam Shalámov necesitas un cierto sosiego en la lectura, porque el relato del horror al que están sometidos en los campos de trabajo siberiano te «pega el estómago al espinazo». Piensas que lo has leído todo y cada uno de los relatos te vuelve a sorprender. Aunque ya tengo el segundo volumen: La orilla izquierda, veinticinco cuentos más, no quiero comenzar la lectura hasta que haya recuperado el sosiego que antes citaba, pero en las primeras páginas encuentro lo siguiente:

«Los olores se recuerdan como los versos, como los rostros humanos. El olor de este primer pus del campo se grabó para siempre en la memoria gustativa e Kubántsev. Luego recordó toda su vida aquel olor. Toda su vida Kubántsev recordó cómo olían las heridas de aquellos primeros pacientes de Kolimá».

Creo que estos cuentos volverán a atraparme. Ya les contaré.

VIGILAR AL VIGILANTE

21 enero, 2009

SIN CONDENAS Y MAS PROFUGOS EN CAUSAS POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD

La Justicia en Bahía Negra

Con connivencia judicial se produjeron cuatro nuevas fugas de represores en Bahía Blanca, donde continúa lejos la posibilidad de llevar a juicio las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura.

Por Diego Martínez

Página 12

Cuatro nuevos prófugos con ayuda de Su Señoría. Apelaciones que hibernan durante meses en la Cámara Federal, la misma que el Consejo de la Magistratura investiga por perseguir a delegados gremiales. Magistrados que pese al reclamo de celeridad de la Corte Suprema de Justicia se niegan a suspender la feria judicial y asignan a otras tareas al personal designado para causas de la dictadura. Ni una sola diligencia para esclarecer el secuestro y asesinato de los obreros gráficos y sindicalistas del diario naval La Nueva Provincia. A tres décadas de los más brutales crímenes de lesa humanidad de su historia y a dos de una actuación judicial ejemplar para enfrentar las leyes de impunidad, Bahía Blanca no tiene un solo condenado y sigue lejana la posibilidad de concretar un juicio acorde a la magnitud del genocidio local.

Hace un año, Página/12 denunció que varios militares se profugaban con el visto bueno del juez federal Alcindo Alvarez Canale. La maniobra consistía en reiterarles varias veces la citación a indagatoria para que tuvieran tiempo de mudarse. Cuando Su Señoría concluía que no tenían intenciones de rendir cuentas ante la Justicia y ordenaba las detenciones, en sus casas sólo quedaban mirra y agua para los camellos. El único capturado de aquella tanda fue Julián «Laucha» Corres, que luego se escabulló de la Policía Federal. Otros se presentaron cuando quisieron y sigue bien guardado el coronel Aldo Mario Alvarez, el mismo que cedió a su yerno acciones y cargos en la Agencia de Investigaciones Privadas Alsina SRL. [Leer más]

No, la justicia no es perfecta. Es humana y como tal tiene sus fallas. Las costuras que unen las leyes y las decisiones de los jueces y magistrados en algunas ocasiones se van, se rompen. Así que hay que cuidar a los «costureros» que tienen que impartir justicia porque las «puntadas» no son las adecuadas o simplemente no dan las puntadas. En fin y disculpen la metáfora lo que interesa es que los jueces cumplan con su cometido y si no lo hacen que pasen a ocupar el lado contrario de la sala, es decir el banquillo de los acusados, pero que no se resienta la justicia.

LA IGLESIA Y LA DICTADURA ARGENTINA

26 diciembre, 2008

tortoloTal y como dice Diego Martínez, periodista en su trabajo publica en Página 12 a paso cansino se van poniendo sobre la mesa las responsabilidades de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Argentina durante la dictadura militar comanda por Jorge Vilela. Es cierto que es a paso cansino, pero no cesa, y eso es vital para que la memoria de los desaparecidos no se volatilice en los vericuetos de la justicia o en lo políticamente correcto de «hay que olvidar», «es mejor pasar página», «no se les va a devolver la vida». Expresiones como éstas no tienen cabida y colocan a quienes han sido responsables de esos crímenes con rostro y nombre delante de la ciudadanía que los contempla con horror, con odio -es casi normal- y el vivo deseo de verlos ante un juez que aplique justicia con justicia.

El papel de la iglesia como institución en la dictadura fue determinante para justificar y darle «validez» a los actos cometidos contra los ciudadanos. La iglesia «bendecía» los actos criminales sin ningún rubor, sin la más mínima de reflexión sobre sus actos, o a lo mejor sí, y era esa represión brutal no sólo justificada sino deseada para salvar almas.

Es una lástima que algunos como el vicario Adolfo Tortolo no llegara a sentarse ante un juez, la muerte como salvación le llegó antes y privó a la ciudadanía ese acto de justicia, justicia en la que él no creía, ni tampoco creía en derechos. Este recordatorio de un personaje como éste -Tortolo-, que es una lacra social tiene que servir para no se esfume la memoria de las víctimas y de camino colocar en su sitio a esta institución, que en nombre de no se sabe qué, ha contribuido a largo de su historia en el sufrimiento de la Humanidad.

Viernes, 26 de diciembre de 2008

Revelaciones sobre un ex titular de la Conferencia Episcopal en la dictadura

El vicario que predicaba el terror

En la causa por delitos de lesa humanidad en Entre Ríos, los testigos contaron que el fallecido Adolfo Tortolo justificaba las torturas y los crímenes cometidos con «armas bendecidas».

Por Diego Martínez

En diciembre de 1975, como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y vicario general castrense, Adolfo Servando Tortolo, anunció un inminente «proceso de purificación». Después del golpe de Estado, advirtió que «los principios que rigen la conducta del general (Jorge) Videla son los de la moral cristiana». Cuando el país era un gran campo de concentración, defendió la tortura ante sus pares con argumentos de teólogos medievales. Murió impune en 1986. En las últimas semanas, su nombre resurgió con fuerza en el marco de una causa por crímenes de lesa humanidad: sobrevivientes de centros clandestinos de Entre Ríos relataron que el entonces arzobispo de Paraná recibió a personas secuestradas en su residencia, las visitó en cautiverio, vio cuerpos deshechos por la tortura y predicó el «por algo será» ante hombres que horas después desaparecieron para siempre.

El paso cansino de los procesos reabiertos hace un lustro, sumado al largo cuarto de siglo de impunidad plena que lo precedió, deriva en situaciones insólitas. Víctimas del terrorismo de Estado, organismos de derechos humanos y hasta periodistas de Entre Ríos vivieron con euforia, como si se tratara de un verdadero juicio, una de las primeras etapas de la causa con mayor cantidad de víctimas de la dictadura en Paraná: la de las declaraciones testimoniales, el relato de los padecimientos en cautiverio en manos de militares y policías aún libres y sin castigo. [seguir leyendo]

NADA JUSTIFICA A ÓSCAR [MALEVO] FERREYRA

23 noviembre, 2008

Putos y malevos

Por Sandra Russo

El Malevo Ferreyra terminó siendo un pobre infeliz sobreadaptado. Un falso titán que jugó sucio porque sus superiores se lo mandaban. Un esforzado cadete que hizo los trámites que le pedían. Matar a éste, matar a aquél. “La policía tiene que adaptarse a cualquier tipo de gobierno y somos nosotros los que tenemos que pagar las consecuencias”, dijo mientras su sobreadaptación se dirigía a Crónica TV, y estaba a punto de ofrecerse en un sacrificio sádico de dimensiones notables, toda vez que ahora hay que cuidarse de la espantosa visión del “documento histórico”, esto es: su éxtasis, agonía y muerte.

Tienen eso los malevos, y no lo tienen los putos, que son los antagonistas que les tocan. Tan infeliz fue Ferreyra, que no murió como un valiente, sino como un cholulo. La lectura de la realidad que hacía el ex policía quedó marcada por las palabras ya transcriptas. El se adaptó a lo que había que adaptarse, en la provincia que gobernaba Bussi. Y se adaptó mejor que nadie. Su fama de malevo llegó acompañada de sus primeros crímenes flagrantes. No hacía lo que había que hacer. Era un malevo. Iba más allá. No buscaba detener. Buscaba exterminar. Y a su alrededor, en esa provincia que después lo votó a Bussi, la gente hablaba del Malevo Ferreyra con admiración, como si ir más allá de un límite cualquiera fuera una virtud muy masculina. Lo estoy viendo en una foto: mira a cámara recio, como un galán de Pasión de Gavilanes. Cruza los brazos con la camisa negra arremangada en los codos. Un solo botón desabrochado. Las patillas canosas le envuelven la cara como un collar surrealista, los bigotes tupidos sugieren testosterona, las bolsas en los ojos le dan experiencia, y el sombrero Panamá lo caracteriza. Es un disfraz del malevo rural que acecha en un Lejano Oeste autóctono, en un más allá o un antes de la ley, salpicado con una pizca de falangista. [seguir leyendo]

No creo que Óscar [malevo] Ferreyra se sea un pobre desgraciado víctima del poder al que servía. No y no. Creo que era consciente de lo que hacía y de cómo utilizaba la violencia, sólo explicable por el desprecio por sus víctimas, pero es fácil para “conciencias flexibles” atribuir la responsabilidad a terceros. Los militares han inventado lo de “obediencia debida” para salvaguardar esa conciencia gelatinosa que les caracteriza y ahí, en ese refugio, intentan guardar sus desmanes. No hay justificación posible, ningún atenuante se puede aplicar a comportamientos como el de Ferreyra, así que quitarse la vida sólo fue un acto de machismo barato, de huida hacia adelante y que no impresiona a nadie y menos da pena. Quitarse la vida aquí es un acto de cobardía porque delante de un juez tendría que reconocer, por lo menos oír, cómo violentaba los derechos de otras personas sin ningún freno. Lo dicho en otro momento, que no descanses en paz Ferreyra, y que las miradas de quienes perdieron la vida en tus manos o fueron torturados, así como sus voces te atormenten para siempre.

ÓSCAR [MALEVO] FERREYRA

22 noviembre, 2008

El Malevo Ferreyra se pegó un tiro cuando estaban a punto de detenerlo por una causa de la represión

Un final a toda sangre para la televisión

El ex policía tucumano, condenado por violencia y gatillo fácil, brindaba un curioso reportaje mientras la Gendarmería rodeaba su casa. Al terminar, sacó un arma y se disparó ante la cámara. Estaba acusado por una muerte y una violación durante la dictadura.

Por Pedro Lipcovich

“He tratado de obrar con la mayor coherencia”, dijo Mario Ferreyra mientras, con absoluta serenidad, se disponía a matar a un hombre que, en este caso, era él mismo. “Bienvenidos –les había dicho a los periodistas de Crónica TV–, porque van a trasmitir algo que es real.” Segundos después, se disparó un tiro en la sien; la sangre empapó a uno de sus siete hijos, que lo abrazaba ya muerto, mientras los ojos en blanco del ex comisario empezaban a multiplicarse en las pantallas de la televisión.

Todo sucedió sobre el tanque de agua del techo de su casa, adonde una comisión de Gendarmería había llegado para detenerlo, acusado de participar en la detención ilegal de un hombre y en la violación de una mujer durante la última dictadura militar. El Malevo había saltado a la fama en 1993, cuando escapó de la sala donde un tribunal acababa de condenarlo por el asesinato de tres hombres en 1991, cuando comandaba la Brigada de Investigaciones de Tucumán. Luego de 79 días fugado en el monte, fue detenido. Pero sólo pasó cuatro años y medio preso: en 1998, gracias a dos reducciones de pena dispuestas por el entonces gobernador Antonio Bussi, recuperó la libertad. En 2006 fue nuevamente detenido por lesiones, amenazas de muerte y tenencia de armas, pero otra vez lo dejaron libre. El 11 de noviembre pasado, nuevamente un juez había dispuesto su captura, por primera vez en relación con la represión ilegal que había comandado Bussi.

El 11 de noviembre pasado, el juez federal subrogante Nº 1 de Tucumán, Daniel Bejas, libró orden de detención contra Ferreyra y contra el ex comisario Francisco “Pancho” Orce, en la “megacausa” que investiga la existencia de un centro clandestino de detención en el ex arsenal Miguel de Azcuénaga, durante la última dictadura militar. La investigación se refiere a unas 80 víctimas de un total de mil, que se estima pasaron por ese centro durante la intervención militar de Bussi, en Tucumán. Ferreyra y Orce están acusados de haber participado en la privación ilegítima de la libertad de Carlos Osores y en la violación de Graciela Osores, su hermana. [seguir leyendo]

Ferreyra se pegó un tiro. No creo que le pesara la conciencia por los delitos de los que se le acusaba, seguramente no pasaba por su cabeza que se airearan públicamente sis desmanes. Un reconocimiento a las familias de las víctimas que cayeron a manos de este asesino. Que no descanse en paz, que su conciencia, si la tiene le atormente por el resto de los tiempos.

PD.- You Tube ha retirado las imágenes del momento en el que malevo se pega un tiro en la sien.

SIGUE EL JUICIO EN BUENOS AIRES, 7 DE AGOSTO

7 agosto, 2007

Aunque lleve algunos días sin escribir no he dejado de leer la prensa en internet y el juicio sigue y se siguen sumando los testimonios que ponen a Wernich en su sitio, dejan al descubierto, cada nuevo testigo el papel de este cura con la represión y la dictadura en Argentina.

“La peor tortura la sufrí de parte de este señor, la tortura moral”

Fernando Schell, ex militante de base de la Juventud Peronista, contó en el juicio al cura Christian von Wernich los vejámenes a los que lo sometieron y cómo el sacerdote trataba de sacarle información.

Página 12

Fernando Schell estremeció con su testimonio en el juicio al ex capellán de la Bonaerense.

“Usted no es un sacerdote, es un cura con jinetas”, dijo hace mucho tiempo Fernando Schell, un ex detenido de la Brigada de Investigaciones de Quilmes que ayer declaró como principal testigo del día en la audiencia del juicio oral al ex capellán Christian von Wernich. Tras la semana de receso por la feria judicial, el Tribunal Federal Nº 1 de La Plata reabrió el ciclo de audiencias con su testimonio, que permitió encuadrar al ex capellán como un “engranaje” más del aparato represivo del terrorismo de Estado.

“Me aplicaban picana en piernas y tetillas, pero lo principal eran los golpes; pero pese a las torturas, los golpes y las picanas, la peor tortura la sufrí de parte de este señor (en alusión a Von Wernich), la tortura moral.”

Schell era militante de base de la Juventud Peronista, aunque en el centro clandestino le preguntaron una y otra vez por Montoneros, por su responsable y su grado en la organización. Quedó detenido en noviembre de 1977, mientras volvía a su casa. Lo trasladaron a la Brigada de Investigaciones, conocida como Pozo de Quilmes, parte del circuito Camps de la provincia de Buenos Aires y uno de los centros transitados por el cura Von Wernich en su doble rol de capellán de policía y hombre del sistema represivo. Sobre este cura pesan siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 casos de privaciones ilegítimas de la libertad. Entre ellos, el caso Schell.

Según recordó, estuvo “102 días y 11 horas” secuestrado entre “simulacros de fusilamiento” y “torturas”, y donde la presencia del sacerdote se hizo muy vívida. “Lo recuerdo –dijo ayer– y aún me duele que un sacerdote haga estas cosas.”

“Diez días antes de mi liberación, en febrero de 1978 –explicó–, nos piden que no tengamos nada ‘despelotado’ en el calabozo porque venía ‘El Cuervo’ y me dicen: ‘Vení, alemán, que hoy te toca a vos’, y me llevan a otro lugar, me sientan en una mesa y aparece este señor (por Von Wernich) con un asistente que le cebaba mate. ‘El Cuervo’ le preguntó frente a una mesa: ‘¿Por qué estás acá?’. Y yo le dije: ‘Por pelotudo’.”

“No me cabe ninguna duda”, le respondió el cura, que a partir de entonces se sentó, mesa mediante, para mantener un diálogo extenso, en un contexto que subraya la situación del interrogatorio.

“‘¿Qué cagada hiciste, andabas poniendo bombas?’, me preguntó. ‘Yo hacía política de base, soy militante de barrio’, le dije yo. Y él me respondió: ‘Vos hacías las cosas mal’.” En esa ocasión, el cura le preguntó por sus orígenes: “Y yo le dije que venía de una familia profundamente católica, un tío de papá era obispo”. “Obispo de qué iglesia”, preguntó el ex capellán. Y preguntó de qué iglesia venía él, quién era el cura. “Quiso sonsacarme cosas, quiénes son tus amigos, preguntaba. En un momento dado me dice: ‘¿Vos estás de novio?’.‘Sí, le dije’. Y entonces me dice: ‘Cagaste, ahora te van a cerrar la puerta en la cara’.” Le dijo también que sucedería lo mismo con la familia de esa chica, con sus vecinos, que “si lograba salir, me iban a rechazar”.

Su testimonio resulta valioso para el proceso. Guadalupe Godoy, de Justicia, ya lo explicó en estos términos: “Son testimonios que refuerzan la idea de que Von Wernich no estaba allí para dar apoyo espiritual, sino como parte del aparato, y formó parte de los interrogatorios no como un cura malo, sino como un engranaje más”.

Detrás de Schell declaró Juan Carlos Guarino, un ingeniero electrónico al que lo interrogaban sobre interferencias en las transmisiones de televisión, preocupados por el Mundial de 1978; Norma Esther Leanza y Alcides Antonio Chiesa, un director de cine que hace tres años volvió al país. Los tres fueron convocados ante el Tribunal Federal Número Nº 1 de La Plata como “testigos contextuales” para acreditar la detención de Schell.

SIGUE EL JUICIO EN BUENOS AIRES

10 julio, 2007

Es importante que un hecho como el que nos ocupa no caiga en el olvido o que no salga del lugar donde ocurrieron los hechos. La iglesia católica si se ha carcaterizado por algo de forma palmaria y clara es por el apoyo incondicional a las dictaduras. El caso de de la última dictadura Argentina es un ejemplo más y por eso deber difundido un acontecimiento como el que un miembro de esa iglesia esté sentado en el banquillo de los acusados por crímenes de lesa Humanidad. Héctor Ballent uno de los testigos ya ha prestado declaración y así lo recoge el diario Página 12.

Juicio al ex capellan Cristian Von Wernich

Declararon los testigos

Los primeros testigos en el juicio oral contra el cura Cristian Federico Von Wernich, ex capellán de la policía bonaerense durante la última dictadura, reconocieron hoy al sacerdote como la persona que los visitaba en los centros clandestinos y les pedía que hablaran para que los dejaran de torturar.

http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-87901-2007-07-10.html

El primero que dejó en claro esta acusación fue el testigo Héctor Mariano Ballent, ex director de ceremonial de la gobernación bonaerense, quien se presentó ante el tribunal oral federal 1 de esta ciudad donde se sustancia el juicio desde el jueves.

«La primera vez pensé que no se trataba de un cura sino de un taquero que se había conseguido una sotana», comentó. El segundo testigo era el director del diario La Opinión, Juan Nazar, quien describió su padecimiento en la ultima dictadura esta tarde ante el tribunal.

«Nos aconsejó que habláramos así no nos torturaban», dijo Ballent, al señalar que Von Wernich «visitó en dos oportunidades Puesto Vasco», una de las cárceles clandestinas del circuito Camps ubicada en Don Bosco.

Segun dijo, «la primera vez pensé que no se trataba de un cura sino de un taquero que se había conseguido una sotana, y nos aconsejó que habláramos, que confesáramos, así no nos castigaban».

Ballent recordó «haberle recriminado que como ministro de la Iglesia aceptaba que se nos castigara cuando tendría que dar a luz que acá se estaba torturando».

«‘Para nada’, me respondió, recién ahí pude asociar su imagen con un nombre y apellido cuando los medios de prensa difundieron años mas tarde su foto», añadió.

Héctor Mariano Ballent fue detenido ilegalmente en dos oportunidades, la primera en mayo de 1976 la segunda en mayo de 1977.

El ex director de Ceremonial de la gobernación bonaerense, cargo que desempeño por 30 años, reveló que en dos ocasiones fue torturado con picana eléctrica y que fue víctima de un simulacro de fusilamiento «con el caño de una Itaka en la boca», pero desconoce los motivos de sus detenciones ilegales.

Finalmente identificó al médico de la policía, Jorge Antonio Bergés, «como la persona que daba el pase -autorizaba- si continuaba o se detenía la tortura».

Ante el requerimiento del fiscal, Carlos Dulau Dumm, el testigo afirmó que la presencia del ex capellán en ese centro clandestino de detención también puede ser certificada por quienes ocupaban junto a él la celda, entre ellos Ramón Miralles, Juan Destéfano y Juan Ramón Nazar.

Precisamente, Nazar también estaba dando cuenta de su padecer en el centro de torturas.

Cristian Von Wernich comenzó a ser juzgado el jueves por 7 homicidios, 31 casos de torturas y 42 casos de privaciones ilegítimas de la libertad, y en esa primera audiencia se negó a prestar declaración indagatoria.

VON WERNICH, ASESINO

6 julio, 2007

Ese es el nombre del cura asesino. La noticia que se inserta es de ayer jueves 5 de julio, día del comienzo del juicio en Argentina contra Wernich por sus crímenes de Lesa Humanidad durante la última dictadura argentina. Para seguir este jucio se puede contactar con pagina12.com.ar, periódico de ese país, que puede ser una buena referencia. Mañana más.

COMIENZA HOY EL JUICIO CONTRA EL EX CAPELLAN CHRISTIAN VON WERNICH

Un cura que bendijo la represión

Se prevé que más de 120 testigos declaren contra el sacerdote Christian Von Wernich. Está acusado de haber participado en siete homicidios y 41 casos de privaciones ilegales de la libertad y torturas. Hoy se leerá la imputación y le preguntarán si quiere declarar.

Por Victoria Ginzberg

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-87642-2007-07-05.html

“El sacerdote Christian Von Wernich nos visitó y nos dijo que no debíamos odiar. A pesar del miedo que teníamos no pude aguantar y le dije que difícilmente se podía sentir amor si cinco personas lo estaban torturando. Contestó que nosotros debíamos pagar por lo que habíamos hecho, que debíamos pagar con torturas, con muertes o con lo que fuera necesario porque éramos culpables. Héctor Baratti le preguntó qué tenía que pagar su hija, que tenía días. El sacerdote le respondió que su hija pagaba por lo que habían hecho sus padres.” El relato lo hizo Luis Velasco ante la Cámara Federal de La Plata. El hombre, que estuvo secuestrado en la Comisaría quinta de esa ciudad, será uno de los más de 120 testigos previstos en el juicio contra el capellán de Ramón Camps que comenzará hoy. Este proceso oral y público será el tercero contra un represor de la última dictadura después de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y expondrá la complicidad y apoyo que la conducción eclesiástica dio al terrorismo de Estado.

Von Wernich será juzgado por los jueces Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Isaurralde, del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata. Son los mismos magistrados que el año pasado condenaron a reclusión perpetua al ex director de investigaciones de la Policía Bonaerense Miguel Osvaldo Etchecolatz. El cura está acusado de haber participado en siete homicidios y 41 casos de privaciones ilegales de la libertad y torturas.

El proceso comenzará con la lectura de la acusación de la fiscalía. Luego, Von Wernich será interrogado por el tribunal, aunque tiene derecho a no declarar. Durante la etapa de instrucción, el represor optó por hablar.

A pesar de que dio una versión distorsionada de los hechos, aceptó haber estado en los centros clandestinos de Camps y haber visto a personas que estaban desaparecidas. Claro que, según su declaración, esos lugares eran “comisarías con bandera, escudo, personal uniformado” que él “debía visitar como capellán para dar charlas al personal policial” y donde “aprovechaba siempre para saludar y ver a los que estaban detenidos en el lugar”. Agregó que en la comisaría de Don Bosco (el centro clandestino Puesto Vasco) “se encontraba con gente conocida” como Jacobo Timerman, director del diario La Opinión, Osvaldo Papaleo, secretario de prensa de Isabel Perón y el ex juez Julio César Miralles. Von Wernich señaló que “volvió varias veces a verlos” y que avisaba con tiempo porque organizaban “algo así como un asado para que pudieran almorzar juntos” y que “después se armaban partidos de truco” y que “el clima era muy bueno”.

Los detenidos que lograron salir con vida de esos sitios relataron otros hechos. Papaleo, por ejemplo, aseguró que durante su cautiverio “lo hicieron desnudar, lo ataron a un elástico que estaba en el piso en forma horizontal y le aplicaron shocks eléctricos, primero en forma más leve, en la planta de los pies, los muslos y el pecho, a la vez que lo golpeaban con los pies en la cabeza”. Agregó que luego “se intensificó el tormento que se extendió a las encías y los genitales”. Los sobrevivientes coincidieron además en que con Timerman “había un ensañamiento especial por su condición de judío”.

Papaleo y Miralles están en la lista de testigos. En representación de Timerman –fallecido en 1999– estarán sus hijos, entre ellos Héctor, actual cónsul en Nueva York. El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, el obispo Miguel Hesayne y la ex ministra Graciela Fernández Meijide también serán convocados.

“Voy a dar mi testimonio como hombre comprometido desde la fe. El Evangelio nunca justifica la muerte para salvar el alma”, dijo ayer Pérez Esquivel al recordar que el ex marino Adolfo Scilingo le dijo que Von Wernich bendecía a quienes arrojaban los cuerpos de los desaparecidos al mar.

El sacerdote católico Rubén Capitanio, párroco de la ciudad neuquina de Centenario, también declarará en el juicio. “Hay demasiadas pruebas de que ha sido culpable de delitos extremadamente graves, como la tortura, las violaciones, las vejaciones a personas y la complicidad en asesinatos”, expresó Capitanio. El sacerdote señaló que “la actuación del padre Von Wernich no era la única posibilidad de ser sacerdote ante el drama de los desaparecidos y los secuestrados” y consideró insuficiente el “pedido de perdón solemne” de la Iglesia Católica en el Congreso Eucarístico Nacional. “Este testimonio me permite asumir con dolor y con vergüenza la actuación de un miembro de la Iglesia de manera tan terrible, y a la vez poder estar del lado de las víctimas, poder declarar en nombre de las víctimas”, agregó.

Durante el juicio se ventilará la participación de Von Wernich en crímenes cometidos en cinco centros clandestinos: Puesto Vasco, Coti Martínez, en San Isidro; la Brigada de Investigaciones de Quilmes, el destacamento policial de Arana y la comisaría quinta de La Plata. Está previsto la declaración de alrededor de 70 sobrevivientes y la realización de inspecciones oculares a esos sitios.

La agrupación Justicia Ya!, querellante en el caso, señaló que, “en este juicio, nos proponemos mostrar que Von Wernich fue una pieza clave de ese genocidio. Es decir, que los delitos que cometió no fueron perpetrados en forma aislada, fragmentariamente, sino que se trató de una acción planificada de manera coordinada, en función de la represión ilegal implementada por la dictadura”.

OTRA VEZ EL PROTAGONISMO

6 julio, 2007

En Argentina se ha dado un paso importante en busca de la verdad y los culpables de asesinatos y desaparecidos durante la Dictadura paguen sus crímenes. Y se ha dado un paso importante porque en esta ocasión quien se ha sentado en el banquillo de los acusados no es «milico» o civil que participara activamente, sino un representante de la Iglesia Católica, uno de sus ministros que con su actuación por acción u omisión colaboró con la quiebra de los Derechos Humanos. El cura VON WERNICH está acusado de haber participado en siete homicidios y 41 casos de privación de la libertad y torturas contra personas que estuvieron secuestradas. el ex-capellán de la policía bonaerense está en el banquillo de los acusados por delitos de lesa humanidad, sin embargo su mirada es altiva y no muestra ningún signo de arrepentimiento o dolor, sólo altivez y desprecio a los demás.
La información se puede seguir puntualmente el el periódico argentino página12.com.ar. Mañana más.

Hoy se ha publicado en El País y en Página 12 lo que sigue:

Argentina juzga por primera vez a un cura por crímenes bajo la dictadura

Christian von Wernich fue capellán de la policía entre 1976 y 1983

JORGE MARIRRODRIGA – Buenos Aires – 06/07/2007

http://www.elpais.com/

Uno de los procesos más esperados en Argentina sobre violación de derechos humanos durante la dictadura militar (1976-1983) comenzó ayer. En el banquillo se sentó Christian von Wernich, un sacerdote acusado de haber participado en siete asesinatos, 41 secuestros y 31 casos de torturas. Von Wernich era el capellán de la Policía Bonaerense, y además engañaba a sus víctimas fingiendo dar consuelo espiritual para obtener información que luego costaba vidas.

El juicio a Von Wernich ha levantado una gran expectación por varias razones. En primer lugar, sienta en el banquillo por primera vez a un miembro del clero católico, cuyo papel durante la dictadura es muy cuestionado desde diversos sectores. Las imágenes de un Jorge Videla sumiso, con la cabeza descubierta y comulgando difícilmente son compatibles con los centros de detención ilegal donde 30.000 personas fueron asesinadas y otros miles más torturadas. Ayer el mismo presidente, Néstor Kirchner, entró en la polémica y subrayó que durante la dictadura hubo curas que «deshonraron a la Iglesia». El mandatario calificó la jornada como «un día histórico para Argentina».

Además, el juicio es importante por las mismas dimensiones del caso. Es el segundo proceso emblemático tras la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final -el primero fue en septiembre de 2006 contra Miguel Etchecolatz, que se cerró con una cadena perpetua-, y cuando se espera la inminente anulación por parte de la Corte Suprema de los indultos firmados por Carlos Menem a favor de los jefes de las Juntas Militares ya condenados.

Está previsto que más de 120 testigos declaren durante el proceso. Algunos, como Héctor Baratti, cuyo testimonio recogía ayer el diario Página 12. Estando preso, le preguntó al sacerdote qué culpa tenía su hija, que apenas contaba unos días de vida. Von Wernich le respondió que la niña pagaba por lo que habían hecho sus padres. Otros 39 testigos son supervivientes directos de la represión que han reconocido al acusado.

El tercer punto de importancia es que el juicio llega entre las denuncias de varios testigos clave, quienes aseguran haber recibido amenazas de muerte. A algunos de ellos se les ha puesto custodia policial. En Argentina a nadie se le escapa que otro testigo, Jorge Julio López, desapareció tras declarar contra Etchecolatz. Tenía previsto acudir a la vista en la que se leyó la condena del acusado, pero nunca llegó y no ha vuelto a saberse de él.

Tras escuchar ayer las acusaciones en su contra, el sacerdote se negó a declarar en medio de una gran tensión en la sala. El tribunal que le juzga, formado por tres magistrados, dispuso que Von Wernich se situara tras una mampara para evitar que fuera agredido por el público.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-87704-2007-07-06.html
EL EX CAPELLAN DE LA BONAERENSE CHRISTIAN VON WERNICH NO QUISO DECLARAR

El cura se negó a la confesión

Empezó ayer el primer juicio contra un miembro de la Iglesia por homicidios, secuestros y asesinatos durante la última dictadura. El sacerdote no respondió preguntas de los jueces, que leyeron las pruebas acumuladas en su contra. Cecilia Pando fue a apoyar al represor.

Por Victoria Ginzberg

Con un chaleco antibalas, traje oscuro, camisa gris y el cuello que lo identifica como cura, Christian Von Wernich entró a la sala de audiencias. Le tomó por un momento la mano a Cecilia Pando, se sentó detrás de un blíndex especialmente instalado para él y posó para los fotógrafos y las cámaras de televisión. Sólo se escucharon unos silbidos por lo bajo. Las Madres de Plaza de Mayo, sentadas en las tres primeras filas de la sala, lo miraban en silencio. Detrás de los jueces, se hacía notar un gran crucifijo. Un momento antes, el sonido de la manifestación que se realizaba en la puerta de los tribunales platenses había llegado con nitidez al primer piso: “Acaba de iniciarse el juicio contra el genocida Von Wernich. Este es un logro del pueblo. Queremos a todos los genocidas en la cárcel ya”, decía una mujer que hablaba por un megáfono.

La entrada de Von Wernich, ex capellán de la Policía Bonaerense durante la última dictadura, fue el inicio del primer juicio oral y público en el que se juzgará a un representante de la Iglesia por su participación en crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado. El sacerdote está acusado de haber participado en siete homicidios y 41 casos de privación de la libertad y torturas contra personas que estuvieron secuestradas en Puesto Vasco, COTI Martínez, Pozo de Quilmes, Comisaría 5 de La Plata y la Brigada de Investigaciones de La Plata. De acuerdo con la acusación fiscal, “el imputado tuvo una conspicua intervención en los centros clandestinos de detención, torturas y eliminación de personas”, que comandaba el ex jefe de la Bonaerense Ramón Camps, secundado por Miguel Etchecolatz.

Cerca de las dos de la tarde y después de que el secretario del tribunal que integran Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Isaurralde leyera la acusación, un Von Wernich de 69 años y en buena forma se sentó en el banquillo. Golpeó el micrófono para chequear si funcionaba y dijo su nombre completo: “Christian Federico Von Wernich”.

–¿Tiene apodos? –le preguntó Rozanski

–Queque. Todos me conocen como Queque.

Dijo que había nacido en San Isidro, el 27 de mayo de 1938, y que era soltero.

–¿Ocupación?

–Sacerdote de la Iglesia Católica Apostólica Romana –contestó. También señaló que cobraba una jubilación de 250 pesos por haber sido profesor. “La obtuve después de quedar preso. Le recuerdo que estoy preso hace cuatro años –agregó–, antes me alcanzaba lo que me daba nuestra iglesia.”

–¿Estudios? –siguió Rozanski.

–Todos… Primaria completa, secundaria completa y los nuestros.

–No le entiendo.

–Los nuestros, los estudios eclesiásticos… diez años.

“¡¡Von Wernich asesino!!”, se escuchó en ese momento. La sala estaba en silencio. El grito era de la manifestación que había en la calle. El cura se puso el dedo en la oreja e hizo un gesto para dar a entender que no escuchaba.

Rozanski tomó la palabra y comenzó a leer los delitos por los que Von Wernich sería juzgado. Así, nombró a todas las víctimas del cura. Elena de la Cuadra, Héctor Baratti, Juan Ramón Nazar, Luis Velasco, Héctor Ballent, Ramón Miralles, Domingo Moncalvillo, Cecilia Idiart, Jacobo Timerman, Osvaldo Papaleo estaban entre ellas. El acusado se mantenía serio. Se mantuvo de esa forma durante toda la audiencia. A veces levantaba las cejas negras y cada tanto se acomodaba la camisa, como si el alzacuello lo ahogara.

Cuando el juez le preguntó si iba a declarar, contestó que iba a ampararse en su derecho de no hablar. “Siguiendo indicaciones de mi abogado, el doctor Martín Cerolini, no voy a contestar preguntas”, dijo.

“¡¡Von Wernich, tu silencio cómplice!!”, se escuchó en la audiencia. Otra vez el megáfono que llegaba desde afuera donde, evidentemente, estaban informados minuto a minuto de lo que ocurría en la sala.

Otras preguntas

Como el cura se negó a declarar –puede hablar en cualquier momento del juicio–, la audiencia de ayer consistió en la lectura de los cargos, las pruebas que se reunieron durante la investigación y dos declaraciones anteriores de Von Wernich. El ex capellán de la Bonaerense estuvo durante todo el tiempo sentado junto a su abogado atrás del blíndex y al lado de Cecilia Pando, que fue a hacer lo que más le gusta: defender a los represores ante las cámaras de televisión. “Esto es un circo romano. ¿Qué tienen contra el padre? ¿Qué le probaron?”, decía.

La mampara que protegía al acusado se explica porque el juicio oral contra Etchecolatz, que se realizó el año pasado, terminó con bombitas de témpera roja sobre el represor, su custodia y algunos de los asistentes del público. En La Plata, además, todavía se acuerdan del contenido de un pote de yogur que manchó al mismo Von Wernich cuando fue citado a declarar en el Juicio por la Verdad, el día que quedó detenido por primera vez.

A Pando la seguía otra mujer de anteojos negros y tres hombres. Fueron los únicos que fueron a apoyar al cura. El resto del salón se llenó de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de familiares de desaparecidos y sobrevivientes de la dictadura –los que serán testigos no podían ir–. También estaban el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; su par de la provincia de Buenos Aires, Edgardo Binstok, y la ex diputada Patricia Walsh.

Durante el cuarto intermedio que se hizo al mediodía, en los pasillos muchos se preguntaban cuándo habría un verdadero pronunciamiento de la Iglesia que repudiara la participación de sacerdotes como Von Wernich –con el aval de la cúpula– en los crímenes de la última dictadura. El interrogante que se hacía la mujer del mayor Mercado frente a las cámaras, en cambio, quedaba bastante resuelto al escuchar el cúmulo de pruebas que hay contra el represor.

Una de ellas es el relato que el policía Julio Emmed hizo ante la Conadep sobre el asesinato de siete personas: “En la Brigada nos esperaba el padre Christian Von Wernich, quien había hablado y bendecido a los ex subversivos. En el coche donde iba yo se encontraba el padre. Yo debía dar el golpe que adormecería a la persona, pero no logré desvanecer al joven y Giménez sacó la pistola reglamentaria. Cuando el NN vio el arma se precipitó contra ella y se entabló una lucha. Le descargué varios golpes en la cabeza con la culata de mi arma. Se produjeron varias heridas y sangró abundantemente, tanto que el cura, el chofer y los dos que íbamos al lado quedamos manchados. Se descendió a los tres cuerpos de los ex subversivos que en ese momento estaban vivos. Los tiraron a los tres sobre el pasto, el médico (Jorge Bergés) les aplicó dos inyecciones a cada uno, directamente en el corazón, con un líquido rojizo que era veneno. Fuimos a asearnos y cambiarnos de ropa porque estábamos manchados de sangre. El padre Von Wernich me habló de una forma especial por la impresión que me había causado lo ocurrido. Me dijo que lo que habíamos hecho era necesario, que era un acto patriótico y que Dios sabía que era para bien del país”.

El propio Von Wernich reconoció en dos indagatorias haber estado en centros clandestinos y visto a prisioneros, sólo que en su versión se trataban de sitios “con escudos y banderas” y los desaparecidos eran presos a los que nadie maltrataba.

Hay decenas de testimonios de sobrevivientes que reconocen haber visto y hablado con Von Wernich durante su cautiverio. “La vida de los hombres depende de Dios y de tu colaboración”, se le escuchó decir como respuesta a un detenido que rogaba no morir. El cura, además, bautizó a la hija de Liliana Galarza, que nació en la Brigada de Investigaciones. De la ceremonia participaron Camps y Etchecolatz. La niña fue entregada a sus abuelos cuando tenía seis meses, pero su madre continúa desaparecida. El ex capellán también está involucrado en la apropiación de la hija de Héctor Baratti y Elena de la Cuadra que, como sus padres, sigue desaparecida.

Genocidio

Myriam Bregman, abogada de Justicia Ya!, solicitó al tribunal que permita incorporar nueva prueba “para fundamentar que lo que se juzga no son hechos individuales sino colectivos, es el genocidio ocurrido en la Argentina”. Marcelo Ponce, de la querella unificada APDH-CTA, también dejó sentada la posibilidad de que a los delitos por los que está acusado Von Wernich se les agregue, en base a los tratados internacionales, el de genocidio. Coincidió con el planteo el representante de la familia Timerman, Alejo Ramos Padilla.

Se prevé que más de 120 personas pasen por el juicio para ratificar la participación de Von Wernich en estos crímenes, aunque las declaraciones podrían ser menos porque algunos testigos no fueron ubicados aún. Los jueces Rozanski, Lorenzo e Insaurralde, los fiscales Carlos Dulau Dumm y Félix Crous y los abogados de las querellas llevarán adelante este proceso que seguirá el martes próximo y terminará el próximo 13 de septiembre.

“Aparición con vida Ya”, decían los pañuelos blancos con la cara del testigo desaparecido Jorge Julio López que, al cierre de la audiencia, levantaron varias personas. En silencio. Ya no se escuchaba la manifestación de la calle.